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Hay una máxima, de algún
sensato americano del cual no nos ha llegado el nombre, que versa así: “por Castilla somos gente”.
¿Qué es esto?... ¿qué quiere
significar esta expresión? Locura para un anglófilo. Barbaridad para el liberal
progresista, que tristemente no ve en España, a través de la historia, más que
a una nación retrógrada, conservadora y católica,
que volcó su negra y tosca capa de oscurantismo sobre las mansas “primitivas
civilizaciones americanas”, si nos detenemos en la hazaña descubridora.
“Por Castilla”, claro, pues
los Reinos de Indias pertenecían a la Corona de Castilla, al Rey, donados por
las bulas alejandrinas a los Reyes Católicos y a sus sucesores. Al Imperio
Español sí, a la España peninsular no.
Y… “somos gente”.
Explica García Morente, que
el estilo que homogeneiza a una Nación, procede de una unidad espiritual, y que
se da por un pasado-presente-futuro común. Esto es, la continuidad en el tiempo
del mismo “modo de ser”. Aquí destaca la importancia de la Tradición y lo que
es en verdad: la transmisión del estilo nacional. Ser fiel al ser nacional. Ello es de capital
importancia. “Serás lo que debas ser o no serás nada”, enseña el magnánimo San
Martín. Es así de simple. O mantenemos la vocación
de nuestra nación o transgredimos su existencia
y la deformamos, y la hacemos otra; pero al quitarle
la forma la aniquilamos… ya no es.
Pero… ¿qué es eso que hemos
heredado de España?, ¿a qué refiere? Nada más y nada menos que a su propia
unidad nacional. Nos ha entregado su esencia, su particular naturaleza que la
hace única y la distingue de entre las demás. Porque así como la madre se
entrega toda al cuidado de su hijo, así España crió la América naciente.
Es sabido que la infancia de
toda persona, es el patrón de su vida. Las vivencias y valores en ella vividos,
son los que marcarán su transcurso por el mundo, o al menos, los que quedarán
impresos en su alma, por si decide serles infiel y algún día prefiere hacerlos
suyos nuevamente.
Eso mismo es América. Y la
hispanidad es el recuerdo más vivo de su madre,
la personalidad que le ha impreso.
Pero… ¿por qué es tan fuerte esta hispanidad,
que ha permanecido hasta nuestros días? Porque el sello del Bautismo ampara a
este “continente de la esperanza”, como lo caracterizó el Beato Papa Juan Pablo
II. Eso lo hace tan querido de la Virgen María, que se preocupó por la
salvación de sus hijos más pequeños, los indios, que “solo al contemplarla en
una imagen quedaban convertidos”, cuentan en sus memorias los valientes
conquistadores. Y que luego se manifestará en múltiples advocaciones, como la
Guadalupana, Nuestra Señora de Luján y Nuestra Señora del Rosario, que solo son
algunas de las devociones más extendidas.
La madre cristiana no deja
pasar mucho tiempo antes de que el agua del bautismo purgue el pecado de su
niño, que aún no comprende tal acto, pero que luego lo agradece eternamente.
Así, Cristóbal Colón, en su
primer viaje, llevando un estandarte real de Castilla, dirigió el desembarco, e
inmediatamente encabezó una ceremonia tomando posesión de la nueva tierra en
nombre de los Reyes Católicos de España. Bautiza la isla con un nombre cristiano,
San Salvador, signo de que esta tierra vuelve a nacer en el Señor. Besa el
suelo y lo bendice, y clava en esta tierra virgen la Cruz del Señor.
España nos transmitió, antes
que nada, la Salvación. La Fe une más fuertemente a los pueblos que cualquier lazo
terrenal. Hablamos de Cristiandad. El mapa de la Europa cristiana era el de un
mismo pueblo; a partir de la reforma, en el siglo VII, el territorio de divide
y subdivide…ha surgido el protestantismo. Ya no hay elemento de unión, la
religión verdadera, que los mantenga unidos.
Esa misma Fe es la que,
primeramente, relaciona de manera íntima a España. Es la nota distintiva de la
Hispanidad. Aquí, en América, algunos hablan de una segunda Cristiandad. Fue la
hermandad más fecunda que pudo haber, entre la Península y este Continente, y a
su vez, entre los diversos pueblos de éste.
Esa es la definición que
encontramos en el diccionario: “conjunto de países o pueblos hispánicos,
formado por España y por los pueblos de lengua o cultura españolas / Conjunto
de características culturales comunes a estos países o pueblos / Calidad de
genuinamente español.”
España nos des-cubrió, nos quitó el velo. América todavía no conocía la Buena Nueva. Estaba
sumida en la ignorancia y en la barbarie, lejos de la Verdad y del Bien. Pues
España “se hizo cargo” de nosotros, nos adoptó
como Reino suyo (no colonia, menos aún factoría); y con tal dignidad se nos
volcó toda, extendiéndose ella misma a través del Océano. Como buena madre
respetó las peculiaridades de América sin dejar de educarla. Por eso hubo
mestizaje. Por eso felizmente hablamos de criollos libres, de jesuitas
ardorosos en su fe y evangelización. Es por eso que encontramos Iglesias a lo
largo y ancho del continente, que crecieron a la par de las escuelas y universidades.
Hispanidad es lo que somos
los americanos del centro y sur continental. Y que lo debemos a la Madre
Patria: religión, lengua, cultura. “¡Hasta el trazado de ciudades!, ¡y los
horarios y tipos de comida, se lo debemos a España! No cenamos a las 18hs como
los yanquis, ni comemos donas o hot-dogs. ¡Gracias a Dios! No somos
racistas ni materialistas, no vivimos para el trabajo, sino que pasamos en
familia los domingos. No asistimos a las reuniones
masivas de predicadores en estadios de fútbol. ¡Creemos en el Único Dios
Verdadero clavado en una Cruz, y en Su Santísima Madre!”, me dijo una vez mi
padre…
Otra máxima popular versa
así: “España nos trajo a Cervantes;
Inglaterra no llevó a Shakespeare a la América del Norte”.
Eso es la Hispanidad.
Buena y precisa la exposición. Felicito a los directivos del Instituto sanrafaelino por su excelente labor cultural que está desarrollando. Es un ejemplo para todos los institutos argentinos.
ResponderEliminarIgnacio G. Tejerina Carreras
Presidente
Instituto Argentino de Cultura Hispánica de Córdoba