LA TOPONIMIA
COMO MOTIVO DE INVESTIGACIÓN
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Es, ante todo, la referencia a un nombre, el nombre de un lugar,
organizado por el sistema de la lengua que establece un vínculo geográfico con
la región y sus transformaciones, que surgen de la “etimología popular”, según
lo dice el Prof. País.
Podemos hablar en América de los ricos topónimos indígenas o
acriollados.
El español de América admite transformaciones del español de España y
hay vacilaciones históricas que debemos reconocer, por ej. los lugares, como
Uillaprima-Villaprima-Billapima y Huillapima, nombre con el que actualmente se
conoce un lugar cercano a la capital catamarqueña.
Otro término: Niquixao, que en la voz aborigen quiere decir: “pueblo
entre nieblas”, y que designa a la villa turística El Rodeo; también se lo
conoce como Niquisao o Niquijao.
También podemos hablar de
parentescos idiomáticos autóctonos, como: Malfín-Balfín-Gaulfín y Hualfí,
nombre con que actualmente se designa un departamento de esta provincia.
Un topónimo es una toma de posesión de la realidad, dominio del hombre
sobre su circunstancia, ubicación señoril y un camino a la libertad por la
independencia que toda lengua conlleva.
El nombre sitúa y categoriza el contorno. Señala el investigador que en
su viaje de exploración a Laguna Blanca (en 1955, Dpto. Belén), los integrantes
del grupo se sintieron azorados, perdidos ante un mundo hostil, hasta que
alguien dijo: “esto es un Médano Truncado”; con este nombre les volvió la
seguridad y la confianza. El topónimo proviene de una orfandad del mundo y del
hombre, ya que al conocer esa designación los volvió a la realidad, porque los
vinculaba al paisaje y su aridez.
En Catamarca se registran topónimos en nombres hispano-coloniales, que
alcanzan valor folklórico, como: Piedra Blanca, Palo Labrado, El Portezuelo, La Bajada, Cerro Negro. O las
denominaciones de tipo religioso, como: San Isidro (en Valle Viejo); San Pedro
(en Capayán); Santa María, San Fernando (en Belén y la Capital), Santa Rosa (en Valle
Viejo); San Antonio (en La Paz
y Paclín), San Francisco, etc. Otros
nombres regionales y muy curiosos en su fonética son: La Puntilla (Belén); El
Balde (en La Paz);
Vista Larga (en Capital); Cundarcita (en Pomán); La Puerta (en Ambato), y otros
de origen aborigen que son paralelos a los hispanos, como: Rumi Huasi y Casa de
Piedra; Tacana y Morteros, Molle Yaco y Agua del Molle (en Belén y Santa
María); Yucutula y Agüadita (en Belén y otros lugares).
El idioma español se diseminó en Hispanoamérica superponiéndose, en la
mayoría de los casos, a las lenguas indígenas. Cumplió el papel de la “lengua
dominadora”, mientras la de los aborígenes el de “dominada”.
La influencia de la lengua española fue muy fuerte por su tradición
cultural, y prestigio social y político. Hay que reconocer que los españoles en
su conquista territorial y humana, se aclimataron al sistema fonético aborigen
y se adaptaron a nuevos moldes idiomáticos. Lo interesante es resaltar el valor
expresivo y metafórico de las expresiones aborígenes. Un caso interesante son
los nombres de provincias del NOA, tomados como “oficiales”. Es el caso de San
Fernando de Valle de Catamarca; San Miguel de Tucumán; San Salvador de Jujuy.
La designación de estos nombres, el nombre de “pila” es absolutamente
hispánico, pero se la ha agregado un apellido aborigen, y así muchos casos más,
todos interesantes, pero que extenderían demasiado esta ponencia.
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CONCLUSIÓN: Para Federico País, el Norte Argentino, a
través de la Lengua,
que fue su vocación primordial, cobró cabal dimensión por la conmoción que
comportó para estos pueblos y habitantes ancestrales, un rastro de dolor e
inquietud por su destino, encontrando el camino superador del drama americano a
través del estudio del lenguaje.
En el Prof. País alientan dos vertientes fundamentales, en cuanto a su
relación de investigador de la
Lengua: por un lado su seriedad académica alimentada por las
teorías lingüísticas de Ferdinand De Saussure, por las de Karl Bühler, las
investigaciones de Ernest Cassirer, de Hemjslev, y las de Jakobsen, a las que
siguió en sus estudios catedráticos; y, por otro, ya en contacto con la lengua
popular, su profundo y claro humanismo, matizado por su sentido innato de
poeta, que veía en la creación lingüística un haz de luz para interpretar el
idioma más allá de la pura realidad y trasladarlo al mundo metafórico y simbólico,
lugar desde el cual supo imprimir un sello personal a sus estudios.
El manifestó que el hablante
nace prisionero del lenguaje heredado y que la palabra es toma de posesión de
la realidad, dominio del hombre sobre su contorno y circunstancia y reconocimiento
de su libertad.
En sus clases de Historia de la Lengua y de Filosofía del Lenguaje y del Arte nos
supo guiar a sus discípulos, en primer lugar por el estudio de los clásicos a
quienes admiraba; luego nos llevó por la magia de la lengua y la literatura
española, y por él aprendimos a amarla y estudiarla; más tarde, ya en contacto
con la lengua catamarqueña popular se consustanció con ella y así produjo su
obra de gran valor para la historia testimonial y patrimonial de Catamarca.
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Pasando los años, la
Historia nos pone frente a la Organización
Nacional, y es allí donde cobra impulso el término de
“criollo”, y en la actualidad se lo utiliza con mayor frecuencia, y hacemos
realidad el término acuñado por el Instituto de Córdoba, cuando habla del
“abrazo hispano-criollo”. Además creo que es el más utilizado en otras regiones
de América, donde la
Modernidad no consiguió abolirlo.
Con este trabajo, el Instituto de Cultura Hispánica de Catamarca rinde
tributo, a través de la personalidad de Federico Emiliano País al sostenimiento
de sus objetivos centrales: lengua, religión, arte y cosmovisión del mundo
occidental.
Muchas gracias.
Mgter. Juana Collado de Sastre
Córdoba, septiembre de 2014
Fuentes de consulta:
País, Federico Emiliano:
“Estudios catamarqueños de Dialectología” (1976-1978) Reeditado por Editorial
Sarquís de Catamarca 2014.
País, Federico Emiliano; “Hacia
un estudio integral de la toponimia catamarqueña e Hispanoamericana” Edición
Aruman de la Dirección
de Cultura de Catamarca, del año 1976.
Varios: “Historia de las letras
en Catamarca” Tomo IV-UNCa.
Notas periodísticas personales y
del miembro del Inst. de Cultura Hispánica, Sra. María Estani de Sosa.
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